Hace cinco años la escena de pop en Madrid estaba desarticulada, había diferentes grupos que nos movíamos en pequeñas células basadas en la amistad, pero no había un intercambio y una conciencia común entre todos esos pequeños mundos que hacíamos canciones de una manera amateur. Los grupos profesionalizados dominaban la escena, y en Madrid llevábamos una etapa eterna en la que la cultura pop había sido esterotipada y caricaturizada en un eterno revival de una movida que se vivía bajo el mito de una época ideal. En los noventa en Madrid el indie no llegó a cuajar y la hegemonía de grupos y fanzines pop amateur se irradió desde la periferia quedando Madrid durante años en una especie de letargo y descrédito entre lo que quedó de la movida y lo poco que había podido aportar la explosión del indie. La cultura pop amateur de la ciudad se fue desintegrando y se impuso una idea radical de la música como oficio, que condenó a la cultura pop a ser juzgada desde criterios puramente profesionales y comerciales incapaces de entender el amateurismo y la autogestión y simplemente observándolos como una carencia en vez de como una virtud y una potencia.
En éstas nos encontrábamos los que teníamos que comenzar en la música fuera de las aspiraciones del negocio y llevábamos años haciendo música pop desde un punto de vista puramente vital.
El que ahora esa pequeña escena amateur haya podido llegar a tener un hueco en las estructuras de salas, sellos y medios de comunicación, es un logro que proviene de una lucha muy larga contra la visión hegemónica de que el pop es una música más hecha desde los músicos y dirigida por los medios para espectadores pasivos que demandan su pequeño espectáculo.
En Madrid durante unos meses pudimos vivir esa conjunción maravillosa en la que unos cuantos grupos decidimos aunar esfuerzos para llevar a cabo ese pequeño sueño que se refleja en el lema "support your local scene", y en 2015 hay que estar muy ciego para no darse cuenta de que hay una regeneración en el mundo del pop frente a los dinosaurios de la movida y del indie. Concierto a concierto, disco a disco, se va desvanenciendo el escepticismo previo y los medios y críticos mas amplios de miras han sabido valorar ese componente de fenómeno no solamente musical sino cultural. Un fenómeno o una fantasía que se llegó a llamar escena, un empeño de autoorganización en común que comenzó siendo un club de canciones, romántico e idealista, pero que ya es una realidad capaz de crear clásicos del pop atemporal ajeno a los vaivenes del mercado y la tendencia y no estereotipado.
Ese pop que no procede del mundillo de lo "los músicos, los doctos, y los especialistas" y que no está dirigido a ese público pasivo y consumidor que busca su trocito de espectáculo en un producto acabado, proviene de un caldo de cultivo en el que diferentes grupos colaboraban, hacían fanzines, fiestas y reuniones secretas, que entendían la cultura como un bien común, vivo, cotidiano y activo, que deseaba formar parte de una escena abierta de canciones, con empatía y sensibilidad común.
Por todo esto y porque en este 2015 se están materializando grandes momentos de lo que ha sido y es eso que se denominó escena, nos emociona ver que discos como el nuevo de Hazte Lapón están en el momento de poder llegar a ser aspirantes a clásicos del nuevo pop. Qué sean muchos más.
No hay comentarios:
Publicar un comentario