miércoles, 14 de mayo de 2014

Los residuos de la sociedad





Hemos sacado un adelanto de lo que será nuestro próximo disco Los excesos de los niños. Un disco que saldrá después del verano y que tendrá 11 canciones. 

"..La destrucción como última experiencia, la nada que reemplaza la realidad, la inmersión en el vacío es la respuesta del que nada quiere con la pasividad y los tranquilizantes que el gobierno y el mercado ofrecen. Es la respuesta radical del fracasado. Las noticias de la TV están llenas de historias increíbles. El empleado que es despedido y vuelve por última vez al lugar de trabajo armado con una pistola con la que mata al jefe y a todos los que se cruzan en su camino para caer en pocos minutos bajo el fuego policial. El adolescente que entra a su liceo con metralleta  disparando a diestra y siniestra para morir bajo una lluvia de balas. O el padre divorciado que mata a sus hijos y luego se dispara a sí mismo… ¿Qué es lo que ha ocurrido aquí? ¿Por qué en todos estos casos hay el deseo de herirse a sí mismo? ...


La finalidad destructiva del nihilismo radical en la sociedad de consumo se entrelaza con el nihilismo pasivo. Y, aunque parezca curioso, esto no es de extrañar. Cuando la política del consenso clausura el antagonismo social el resentimiento se transforma en política destructiva y la impotencia política en pasividad soporífica. La sociedad de consumo ve el conflicto entre estas  dos formas de nihilismo como el antagonismo fundamental de la época.
Pero… ¿Qué tal si este es un antagonismo falso y el verdadero antagonismo se encuentra en otra parte? ¿No sería mejor considerar el nihilismo  como una lógica paradójica que simultáneamente destruye y constituye lo social?
El último hombre, dice Nietzsche, prefiere la ausencia de la voluntad a la voluntad de la nada. Una vida reaccionaria que elige la felicidad a la acción, la pasividad narcótica a la búsqueda de un fin. Una criatura apática, sin pasión ni compromisos, sin sueños ni ideales. Su única aspiración es  ganarse la vida, sentirse satisfecho y evitar cualquier sacrificio. La felicidad es consumir y la política es conformismo pasivo. ¿No es este el modelo ideal de la sociedad occidental? Un  conformista compulsivo sujeto a la manipulación infinita del mercado, disociado de los otros, sin mayor consideración por sus semejantes cuya única autovaloración depende de cuantos deseos pueda satisfacer. Con el último hombre el nihilismo pasivo se convierte en la banalización del nihilismo y la devaluación de los valores termina en un mundo sin valores. Con la economía del dinero la diferencia entre los valores tiende a desaparecer. Cuando el dinero reduce la cualidad a cantidad las diferencias valóricas se borran y el valor de la distinción entre cosas y cosas pierde sentido. Con el dinero electrónico, el dinero, para peor, se vuelve una entidad espectral, un marco abstracto mucho más violento y poderoso que no puede ser localizado, a pesar de que domina completamente la vida social. Confrontadas con esta realidad las personas sienten que ya no tienen control sobre el desarrollo social y lo ven como algo que les pasa igual que la lluvia y los terremotos. La política, en estas circunstancias, queda reducida a la competencia entre grupos reconocidos que rivalizan y negocian intereses particulares y estilos de vida sin desafiar o cambiar las relaciones hegemónicas, carente de proyectos fuera de su propia perpetuación. Un juego político sin la posibilidad de cambiar el juego porque su fin es mantener a distancia la irrupción revolucionaria...."
NIEVES Y MIRO FUENZALIDA [mediaisla]

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